acuñar una identidad

Un elemento que pretenda identificar a una entidad, en lo simbólico y en lo real, debería comenzar a gestarse con el análisis de aquellas referencias que la describen y distinguen, para ser capaz de apropiarse de una de las más reveladoras. Del estudio se desprendería que, en el caso de una explotación ganadera, resulta muy significativa la representada por su hierro, por constituir propiamente un emblema y por estar presente, casi de forma permanente, en cualquiera de sus actividades. El hierro, por tanto, se convierte en punto de partida para el diseño pretendido.

Manteniendo la estructura “alámbrica” que representa el hierro, es necesario crear una pieza con entidad suficiente como para ser identificable e identificadora. Con este fin se opta por desarrollar un objeto con volumen a partir de la figura bidimensional que representa el cuño: el mecanismo que permite convertir el plano en volumen es la suma de dos nuevos planos de simetría a la imagen original tomando como eje de referencia el de simetría de la figura base. El fruto de este procedimiento es un cuerpo cuya disposición espacial permite su lectura desde cualquier ángulo de visión.

El uso de la forja como material permite la conversión a las tres dimensiones del “alambre”. La disposición de un zócalo anular sólido le confiere consistencia y relevancia al conjunto, pero sin desvirtuar su carácter ligero, dúctil, casi intangible, pero perfectamente reconocible.

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