extraer para fomentar

Quizá resulte excesivamente burdo desgajar de un tirón un elemento arquitectónico singular de un entorno urbano, sin ni siquiera rematar los rebordes de la extracción, para colocarlo en un enclave significativo y mostrarlo como imagen de una localidad. Pero no lo es tanto si lo que se pretende es sintetizar en un único objeto todo lo que de bello y particular ofrece el lugar, poner en valor uno de sus atractivos turísticos (su arquitectura), y convertirse en su logotipo: esto es lo que persigue esta sobria figura arquitectónica.

Su situación en un espacio abierto junto a una vía de circulación rodada le exige contar con suficiente tamaño y presencia como para ser reconocida rápidamente, sin suponer una excesiva distracción. De ahí sus líneas simples, su dimensión proporcional a la velocidad de los vehículos y su cualidad para ser observada desde el movimiento; su único material de construcción y su homogeneidad cromática; y la concisión de su mensaje.

La horizontalidad del emplazamiento en el que se erige la ayuda a destacar; la puntual presencia de vegetación en su entorno la integra en el paisaje; una tenue iluminación nocturna permite ser reconocida en la oscuridad.

Ahora bien: la estética de sus proporciones y el encanto de su configuración deriva exclusivamente del atractivo de este rincón de los Pueblos Blancos…

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