La desaparición de la trama edificatoria dentro de áreas urbanas densas constituye una oportunidad excepcional para dotar a la ciudad de nuevas “funciones urbanas”. Y si el área se sitúa en un ámbito de carácter patrimonial, será una ocasión única para poner en valor sus elementos singulares.
Con este fin, la intervención desarrollada apuesta por mantener libre de edificación la máxima superficie posible del área de proyecto para desarrollar una gran plaza pública abierta, diáfana y cubierta, a modo de ampliación de la plaza contigua, pero añadiendo un nuevo concepto de “espacio libre protegido” que permite el desarrollo de actividades complementarias a las que se realizan en la aledaña. La gran plaza abre el espacio contiguo a un edificio histórico, que a partir de ese momento gana en protagonismo e identidad.
La plaza queda configurada principalmente por dos piezas arquitectónicas que, dispuestas perpendicularmente entre sí, la definen vertical y horizontalmente. Ambas cuentan con un papel fundamental desde el punto de vista funcional y estratégico, puesto que permiten albergar nuevos usos que regeneran y complementan los ya existentes; no obstante, intentan pasar inadvertidas desde el punto de vista formal y dimensional, debido a sus neutras fachadas-cubiertas que ejercen la función de “telón de fondo” (casi en sentido literal) de la actuación para delimitar un singular espacio público, a medio camino entre lo interior y lo exterior.