las circunstancias mandan

La tipología edificatoria del lugar, reflejo de la forma de vida de sus habitantes, debe estar presente en el proyecto a través de viviendas con distribución vertical. La pronunciada pendiente del vial debe ser salvada con el escalonamiento de la fachada para respectar la configuración tradicional de las alineaciones en ladera. La acusada topografía de la falda en la que el edificio se introduce requiere soluciones estructurales enérgicas. La excesiva profundidad del solar obliga a reflexionar sobre rentabilidad, diseño y organización. Las condiciones estéticas y de volumen, los colores, los materiales… vienen impuestos, como también las dimensiones de las estancias y el programa de necesidades. Sólo queda conjugarlo todo y encajarlo en un solar.

El resultado: un bloque edificatorio con una estructura “consistente” que consigue contener la ladera que lo abriga a través de una configuración anular, en torno a una luminosa plaza central que se convierte en espacio de relación, que a su vez resuelve la excesiva profundidad del solar de cara al diseño; con una organización espacial y funcional que se adapta a la compleja topografía gracias al flanco escalonado de fachada y a la plaza central; con una distribución vertical que, partiendo del plano de referencia que representa la plaza, se eleva dos niveles sobre rasante y uno bajo rasante, donde se desarrollan todas las viviendas “verticales”, los garajes y los trasteros requeridos.

Desde el exterior, el edificio se percibe como un conjunto de volúmenes independientes y heterogéneos; desde el interior como un lugar homogéneo y sereno. Y da la impresión de que esto se produce espontánea y apaciblemente…

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